Comprar orgánico y local son las opciones más sostenibles.
Es mejor siempre abastecerse en ferias libres, mercados y tiendas a granel que en supermercados.
¡No acumules más bolsas y empaques de plástico! En cada una de tus compras puedes llevar tus propios recipientes, bolsas de pesaje reutilizables y envases. La idea es evitar plásticos de un solo uso.
Consume frutas y hortalizas de temporada. Para su producción no son necesarios grandes procesos industriales y su huella de carbono es menor.
Aumenta el consumo de legumbres y frutos secos como fuentes de proteína vegetal. Con esto reducirás el consumo de carnes y procesados, generando un menor impacto ambiental.
La creatividad es fundamental para la sostenibilidad. Por ejemplo, al elaborar platos nuevos a partir de lo que nos va quedando de anteriores preparaciones, con el objetivo de evitar el desperdicio. Tortillas, guisos y cremas son ideales para esto.
Puedes acumular durante la semana pieles, tallos y extremos de tus vegetales en el congelador para después hacer un caldo. Congela este caldo en las cubetas para el hielo y usa las porciones para darle sabor a tus comidas.
Si quieres que la fruta y verdura no se descompongan rápidamente, cuando la guardes en el refrigerador, hazlo en los compartimentos o cajones inferiores y alejada de temperaturas muy bajas. Se aconseja lavarlas solo antes del consumo (para evitar que la humedad acelere el proceso)
Papas y cebollas se guardan por separado
(basta que estén en un lugar fresco y seco). Evita meter al refrigerador los tomates (disminuye su sabor), plátanos, paltas, kiwis, manzanas y peras. Y recuerda que una fruta muy madura acelera la maduración de las demás.
¿Un fertilizante casero para tus plantas? Licúa cáscaras de plátano, de huevo, borra de café y agua. Luego esa mezcla puedes ir incorporándola con el sustrato de cada una de tus plantas.
Planifica antes de comprar. Al pensar en un menú semanal y revisar lo que hay en tu despensa y refrigerador, evitas adquirir productos de más y el desperdicio de alimentos.